Oriol llevó un equipo de 4 proyectores de super8. Mezcló en directo un material propio lleno de texturas crudas, frías, algunas imágenes encontradas y mucha desolación. Tejió una trama de relaciones extrañas entre objetos, sus formas y sus texturas. Esa conexión piedra/calavera es honda. Oriol se inspiró en las lecturas de Francis Ponge y João Cabral de Melo Neto. ‘Imprimiendo la materia sobre un soporte físico, trato de alcanzar una especie de animismo. Una escritura cinética donde las cosas – piedras, árboles o arena – se expresan por si mismas de manera rabiosa e impulsiva, como el grito de quien no puede hablar’.
Para la ocasión preparé una versión de Lejos que pude interpretar íntegramente (!!!). Añadí más pistas, más sonidos rotos debajo del mantra ruidoso. Para el final improvisé un coda electrónico y onírico, puro bálsamo. La idea era no tutelar ninguna imagen y, quizá, modificar el ambiente de escucha.